ALBERTO SPENCER: EL HOMBRE DE LA ‘CABEZA MÁGICA’ (Capítulo 15)

ALBERTO SPENCER: EL HOMBRE DE LA ‘CABEZA MÁGICA’ (Capítulo 15)

POR: RAÚL CRUZ MOLINA

(Quito, febrero 11).- 1970 fue el año del adiós de ‘Cabeza Mágica’. La temporada de cierre de una época fantástica con la blusa ‘aurinegra’. Era su duodécima temporada como titular y Peñarol calificó a la final de la Libertadores, como el último homenaje a un cañonero de altísimos quilates.

Estudiantes de La Plata ganó el título por un ‘pelo’. Por un escaso gol y se coronó Tricampeón. Fue la última batalla gloriosa librada con la ‘aurinegra’ en el pecho, en las canchas de Sudamérica. Y fiel a su costumbre colocó 7 veces la pelota en la red y terminó tercero en la tabla de goleadores, a dos dianas del ‘Tano’ Francisco Bertochi, que se adueñó del primer lugar, jugando para Liga de Quito, que fue rival de Peñarol en la Zona Dos de Cuartos de Final.

Esa fue la última vez que la afición nacional observó al arponero de Ancón con la blusa ‘Mirasol’. El 12 de abril de 1970, Peñarol demolió a la U’ en el Atahualpa, con un inobjetable 3 a 1. Los ‘Carboneros’ tenían todavía a varios de los referentes de las grandes conquistas, que iban bajando los decibeles, mientras se afirmaba Elías Figueroa, ese formidable zaguero chileno que engrosa la lista de los mejores líberos del mundo de todos los tiempos, junto a Franz Beckenbauer, Daniel Alberto Passarella, Gaetano Scirea y Franco Baresi.

Junto a Spencer estaba Ermindo Onega, un crack con mayúsculas, un jugador al que acusaban de ser ‘pecho frío’, cuando en realidad tenía un talento monumental. Jugaba Luis Lamberck, que años más tarde llegó a Emelec y enloqueció de amor a Rocío Castilla, una guapa y adinerada dama porteña con la que se casó y al poco tiempo se divorció.

Ya en el trámite del partido, Nilo Acuña ‘rompió el celofán’. ‘Cabeza Mágica’ Spencer se ‘descolgó del cielo’ y metió un cabezazo mortal derrotando a Yamandú Solimando por segunda vez. Virtualmente se trepó en el hombro de Iván Noboa, cuando activó sus resortes para buscar la pelota que venía serpenteando en el aire.

El ‘Verdugo Pedro Virgilio Rocha destapó un ‘taponazo homicida’ desde 30 metros, colocando el tercero. El ‘Tronco’ Ramiro Tobar puso el gol de honor en un arranque de garra y amor propio. Liga recuperó el aire ante Guaraní de Paraguay, que era el otro integrante de la llave. Un chanfle maestro del ‘Tano’ Francisco Bertochi, le permitió arrancar la primera victoria para seguir con vida.

En la vuelta, la ‘U’ empató 1 a 1 en Asunción y dejó abierta la puerta para buscar en el ‘Centenario’ de Montevideo la continuidad en la justa copera. La obligación era ganar a Peñarol. Una quimera, un auténtico milagro, que tenía tintes de misión imposible. Miguel ‘Mickey’ Salazar hizo temblar el mítico escenario uruguayo, con un ‘gol olímpico’, que puso a Peñarol contra la pared y al juez chileno Jaime Amor en la cuerda floja, porque era un auténtico sacrilegio futbolístico que un equipo ecuatoriano desbancara al mismísimo Peñarol en su propia cancha.

El juez araucano se inventó un penal que decretó la paridad. Ermindo Onega canjeó el penal por gol y luego, Néstor Goncalves puso la estocada y la eliminación de la ‘U’, tras una actuación decorosa. Fue un auspicioso debut de los ‘albos’ ante los ojos de la afición de Sudamérica, que escuchaba las contiendas exclusivamente por la radio. No había como ahora, la transmisión en directo, que la cadena Fox, hasta hace poco y, ahora ESPN, entrega como un hermoso regalo a la audiencia futbolística en esta parte del mundo.

Ya no era el mismo Peñarol de las sobresalientes figuras. Solamente quedaban Néstor ‘Tito’ Goncalves y Alberto Spencer, como símbolos de la ‘vieja guardia’. Habían llegado a su fin, 11 años repletos de coronas, que bañaron de gloria e idolatría al incomparable ‘Cabeza Mágica’.

8 veces campeón de Uruguay y 4 veces máximo goleador; 3 veces campeón de la Copa Libertadores y dos ocasiones máximo cañonero; dos veces campeón Intercontinental y autor de 6 goles en tres finales, una marca solamente superada por Pelé, que anotó 7 dianas. Un tráiler de títulos, que lo convirtieron en el jugador extranjero más rentable en la historia del equipo ‘Mirasol’ y del fútbol uruguayo en todas las épocas.

48 latigazos depositó ‘Cabeza Mágica’ en las redes del Continente, vestido con los sagrados colores de Peñarol, antes de pasar a Barcelona de Guayaquil en 1971, con el que fue campeón del fútbol ecuatoriano por primera vez, formando un equipo fantástico que le ‘puso el pie’ a Estudiantes, en el memorable partido jugado en La Plata, que el ídolo guayaquileño dirigido por el DT brasileño Otto Vieira, ganó con el inolvidable gol del padre Juan Manuel Bazurco, un sacerdote español que amaba la biblia y el arco contrario con igual intensidad.

Fue la primera página con tintes de hazaña de un equipo ecuatoriano, jugando en el exterior. Y Alberto Pedro Spencer también levantó la mano, como lo había hecho defendiendo la Tricolor en las Eliminatorias al Mundial de Inglaterra 1966, que nos dejó a un paso de llegar por primera vez al banquete mayor del fútbol, tras la derrota en el ‘partido extra’ ante Chile en el Estadio Nacional de Lima.

“Lloré sin consuelo”, me confesó Alberto en esas cálidas y emocionantes pláticas mantenidas en el Hotel Emperador de Cochabamba en medio de la disputa de la Copa Libertadores de 1981, en la que dirigió a Técnico Universitario de Ambato. Seis veces más reventó las redes en la Libertadores con la blusa ‘canaria’, completando 54 goles en la Copa. Una marca excepcional, incomparable, como su ilustre nombre.

La suya fue una vida de novela dentro del rectángulo. Mantuvo un apasionado romance con la red. 510 veces vulneró a los arqueros. Era su manía. Su fascinación. El 3 de noviembre de 2006, su vida se apagó para siempre en un Hospital de Cleveland. Su corazón no quiso latir más.

Esa noche se convirtió en mito. Esa noche lloró el fútbol del mundo. El pueblo futbolero de Ecuador y Uruguay también sufrieron al unísono. Había volado al cielo, el mejor jugador nacido en esta tierra: “Alberto Spencer, ecuatoriano de Peñarol”. Un astro de la redonda. Un goleador inmortal.